Teherán confirmó este lunes un giro inesperado en su programa nuclear. El ministro de Asuntos Exteriores anunció que Irán ha detenido por completo el enriquecimiento de uranio en todas sus instalaciones, las cuales —aseguró— permanecen bajo la supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
La declaratoria llega después de uno de los episodios más tensos del año: los ataques lanzados por Israel y Estados Unidos en junio, que destruyeron infraestructuras clave del programa nuclear iraní. Fuentes oficiales describen estos ataques como un “punto de inflexión”, no solo en las capacidades técnicas del país, sino también en la dinámica geopolítica de la región.
De acuerdo con las autoridades iraníes, la pausa en el enriquecimiento no es un gesto unilateral, sino una consecuencia directa de los daños ocasionados por los bombardeos. Aunque Teherán insiste en que su programa siempre tuvo fines pacíficos, la reducción forzada ha generado reacomodos diplomáticos, tensiones internas y un escenario incierto para el futuro inmediato.
Mientras tanto, el OIEA mantiene presencia en las instalaciones iraníes para verificar el cumplimiento de los compromisos anunciados. La comunidad internacional observa con cautela, consciente de que cualquier movimiento en torno al programa nuclear de Irán puede redefinir el equilibrio de poder en Medio Oriente.
En una región donde cada declaración pesa y cada acción se magnifica, la confirmación iraní abre un nuevo capítulo —uno que aún está lejos de escribir su última línea.

No comments:
Post a Comment