Saturday, June 28, 2025

TAMAULIPAS, LA HERIDA QUE NO CIERRA: 15 AÑOS SIN RODOLFO TORRE


 




Por: 𝒢𝒶𝓈𝓉𝒶𝓃𝒹𝑜 𝒯𝒾𝓃𝓉𝒶
Hace 15 años, Tamaulipas dejó de ser el mismo. Aquel 28 de junio de 2010, entre el calor de campaña y el polvo de la carretera que lleva al aeropuerto de Ciudad Victoria, se escucharon los disparos que apagaron la vida de Rodolfo Torre Cantú, candidato del PRI a la gubernatura. Ese día no solo mataron a un hombre: asesinaron también una esperanza, una visión y quizás, el último aliento de un priismo que aún creía poder reinventarse.

La ejecución de Torre no fue un crimen más. Fue una emboscada política con aroma a pólvora y silencio oficial, con cadáveres en la escena y omisiones en los archivos. A 15 años, la historia sigue con páginas en blanco y muchas preguntas bajo la alfombra. ¿Quién ordenó el atentado? ¿A quién estorbaba Rodolfo? ¿Qué Tamaulipas se habría escrito si él hubiese llegado al poder?

Más de un tamaulipeco aún lo recuerda con ese aire entre luto y nostalgia. Y no es para menos: Rodolfo representaba un perfil raro en la política local, ese que no gritaba, no traicionaba y no robaba reflectores. Era médico, no cacique. Tenía proyecto, no solo ambición. Su lema, “Daré todo mi esfuerzo y más, para servir a Tamaulipas”, era más que una frase de campaña. Era una promesa de reconstrucción desde la raíz.

Su asesinato marcó el parteaguas. La política se tiñó de miedo, y muchos aprendieron que aquí la línea entre poder y tumba es demasiado delgada. En lo inmediato, su lugar lo tomó su hermano Egidio Torre, un hombre sin vocación, sin brillo, sin más mérito que su parentesco. Gobernó seis años, sí, pero gobernar no es lo mismo que liderar. Su sexenio fue gris, tibio y sin pulso, mientras el estado seguía cayendo en manos de la violencia, la corrupción y la simulación.

Rodolfo era distinto. Y eso fue lo peligroso.

Hoy, con un nuevo mapa político y un país que camina entre la polarización y el hartazgo, el recuerdo de Torre Cantú reaparece como un símbolo incómodo. Porque nos recuerda que hubo una alternativa y la perdimos. Porque nos dice que la transformación de Tamaulipas no necesita solo siglas nuevas, sino carácter, visión y convicción.

A 15 años, Rodolfo sigue presente, no en estatuas ni en homenajes oficiales, sino en esa pregunta que no deja de doler:
¿Qué habría sido de Tamaulipas si no lo hubieran matado?



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